La Podología Pediátrica comprende las fases de crecimiento: Desde el nacimiento, infancia, y pubertad, así como el desarrollo previo a la edad adulta. Es fundamental una correcta evaluación y análisis del paciente infantil, de ello va a depender en buena medida, la obtención de un diagnóstico, pronóstico y tratamiento correcto.
El niño al nacer presenta un genu varo, rodillas arqueadas, que mantendrá hasta los 3 años, para pasar justo a lo contrario, genu valgo, hasta los 5 años y a partir de esa edad debería normalizarse esta situación, así como el valgo fisiológico de sus pies.
Por tanto, este periodo que oscila entre los 5 y los 14 años, es preciso para tratar de corregir los errores articulares y estructurales en sus pies, rodillas, cadera e incluso columna vertebral.
Es cierto que algunas alteraciones se corregirán con el desarrollo normal del niño, pero no siempre sucederá así y lo correcto es tratar de ayudarle a mantener unos parámetros articulares dentro de la normalidad, con la instauración de una ortesis plantar.
El pie del recién nacido
Desde el nacimiento del bebé y hasta que éste comienza a gatear, no se debe forzar ni ayudar al niño en la marcha para que el desarrollo muscular y alineación de los diferentes segmentos del cuerpo sea el adecuado. Así, hasta en los primeros pasos espontáneos, la condición natural es la de ir descalzo, ya sea sin calzado o con un calzado que proporcione unas condiciones similares a ir descalzo. El calzado en esta etapa tiene una función exclusiva de protección contra el frío, la humedad y los golpes. Se recomienda un calcetín o patuco ligero de algodón o lana.
Durante el gateo
La función principal del calzado en esta etapa es proteger los dedos y el talón de golpes cuando el niño comienza a gatear, pero siempre respetando la flexibilidad de las suelas para permitir al niño explorar el entorno con sus pies. Por ello, las características serán las mismas que en la etapa de pregateo pero añadiendo refuerzos: externos para proteger el pie del golpes en lateral y medial, en la puntera para facilitar la propulsión durante el gateo y talón de cierta flexibilidad para permitir la flexión plantar característica del gateo.
El pie del niño de entre 12 meses y 3 años
Flexibilidad. La suela debe permitir a la vez tanto la flexión como la dorsiflexión en la zona delantera del pie, para que sea capaz de adecuarse a la marcha y al gateo.
Ajuste. La zona posterior del calzado debe tener un contrafuerte bajo para que durante el gateo no se clave el calzado, permitiendo la flexión plantar del pie. Además, el ajuste debe ser adecuado y el calzado debe dejar espacio en los dedos absorber el rápido crecimiento del pie en esta etapa de desarrollo.
Fricción. En la parte delantera del calzado la suela debe elevarse para proveer de fricción en la zona dorsal del pie, que es la que se utiliza para propulsarse durante el gateo
Estabilidad. La estabilidad del calzado se consigue con un diseño adecuado de la suela, que comienza a tener más rigidez que en las etapas anteriores y, debe ser ancha y plana en la zona del apoyo. Además, los refuerzos laterales de la suela ayudan a controlar el movimiento medio-lateral del pie.
El pie del niño entre los 3 y los 7 años.
Consideramos infantes a los niños con edades comprendidas entre los tres y los siete años. Es un periodo de adquisición y maduración de la marcha. La actividad del niño requiere un calzado propiamente dicho, y habrá que proteger al pie frente a posibles lesiones.
Este calzado tendrá las siguientes características:
El pie del niño entre los 7 y los 14 años.
Esta etapa se caracteriza por presentar un alto nivel de actividad física. Se distingue entre calzado de uso diario (calzado escolar) y de uso más ocasional (calzado de vestir). Este último se haya influenciado por las modas y los errores presentes en el calzado de adultos. También hay diferencias entre el calzado de los niños y el de las niñas, entre los 10 y 14 años.
Teniendo en cuenta todo esto, las características generales deben ser: